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Un giro de sabor y amor: cómo una madre transformó un desafío en un dulce emprendimiento

  • Foto del escritor: salud y familia
    salud y familia
  • 5 sept
  • 2 Min. de lectura

Joselin Delgado, una  mamá de 40 años, conoce de primera mano que la vida puede cambiar en un instante. Para ella y su hija, Melie, de 7 años, ese momento llegó con un diagnóstico que lo revolucionó todo: la intolerancia al gluten. Este trastorno, que provocaba graves problemas de salud en la pequeña, llevó a Melie a estar dos veces en terapia intensiva.


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“Toda nuestra vida cambió,” relata Joselin. “No podía trabajar en una oficina porque ella necesita cuidados especiales en su alimentación.” Ante la necesidad de dedicarse por completo al bienestar de su hija, Joselin buscó un nuevo camino. Un camino que no solo le permitiera cuidarla, sino también encontrar una forma de darle a Melie los postres que cualquier niño disfruta, pero sin poner en riesgo su salud. Fue así como llegó a un curso de repostería en la organización Salud y Familia, realizado gracias al apoyo económico de la Fundación Limmat.


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El apoyo de Salud y Familia fue crucial. Joselin se dió cuenta de que no solo podía adaptar las recetas para su hija, sino que también podría ayudar a muchos otros niños. La profesora de la organización le dió una visión de emprendimiento, mostrándole cómo crear productos sin gluten que no solo fueran deliciosos, sino también accesibles.


Motivada por el amor incondicional a su hija, Joselin se lanzó a la aventura de crear “Ami Cake”, un emprendimiento con un propósito muy especial. Su meta era que ningún niño se sintiera excluido en una fiesta de cumpleaños o en la merienda. La creatividad se convirtió en su mejor ingrediente, sustituyendo la harina de trigo por harina de yuca, de almendras y maicena. El resultado: brownies y otras delicias tan perfectas que, al llevarlas al colegio, los niños ni se dan cuenta de que son sin gluten. “A veces los he llevado a los centros de terapia de mi hija y la gente dice que saben mejor”, cuenta entre risas.


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Melie, la niña que encendió esa llama, es el motor de todo lo que hace. “Ella es mi motor”, afirma Joselin con una sonrisa. Su historia no es solo un relato de adaptación a una dieta especial; es un testimonio de cómo el amor familiar puede transformarse en un emprendimiento lleno de propósito, ayudando a otros a encontrar una opción, un sabor y, sobre todo, un lugar donde no hay exclusión. Gracias a Salud y Familia, lo que comenzó como una necesidad de salud se convirtió en una dulce oportunidad para ayudar y sanar a otros.

 
 
 

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